La reclasificación de la sociedad de gestión de activos por orden del Eurostat se ha puesto en marcha y la deuda pública subirá en 35.000 millones de euros.
El plan de rescate bancario de 2012 aún continúa pasando factura a los contribuyentes a pesar de que casi han pasado diez años. La cifra de la factura se eleva a 35.000 millones de euros que el estado deberá asumir en el momento en que la deuda de la Sociedad de Gestión de Activos Procedentes de la Reestructuración Bancaria (Sareb), sea registrada como una deuda de carácter público.
La obligación del Eurostat impone que sea reclasificado el llamado «banco malo» el que fueron agrupados una buena parte de los activos de tipo tóxicos de las entidades salvadas en 2012.
Con solo el respaldo del Estado, el Eurostat está obligado a reclasificar a Sareb y la deuda que acumula. Esta medida tomada en ese entonces tenía como objetivo el vender los activos tóxicos y conseguir un mejor precio que permita sufragar este rescate. Ante este anuncio los pasivos de la entidad dejarán de ser privados y serán traspasados a las cuentas de la administración estatal.
Las consecuencias de la decisión
Entre las consecuencias de esta decisión, se tiene que los 35.000 millones de euros que mantiene la deuda Sareb serán considerados como una deuda pública. Además, esta se sumará a la deuda restante del Tesoro que arrastra desde 2020.
La medida genera un impacto que se extiende al déficit estatal en un porcentaje que aún queda por conocer la cifra exacta, pero se sabe que el porcentaje equivaldrá al patrimonio negativo acumulado por la Sareb al cierre de 2020.
El patrimonio neto negativo de la Sareb superó los 7.000 millones de euros en 2019. Y a esto se le sumará las pérdidas contabilizadas durante el año pasado.
Desde el Gobierno apuntan a que el avance del impacto relacionado al déficit sobrepasará la cantidad del año anterior. Pero el importe definitivo será conocido luego de la aprobación de las cuentas del banco malo.
La ratio deuda/PIB de 2020 también se verá alterada. El ascenso de la deuda pública fue de 117,1% en el PBI en 2020. Al sumar el impacto de la Sareb de 35.000 millones de euros la deuda escala a un 120% por encima de los pronósticos iniciales del Gobierno de 118,8%.
Nacimiento de la Sareb
En 2012 nació la Sareb como una forma de desaguar mediante esta sociedad de gestión todos los elementos tóxicos de los balances de bancos y cajas que se encontraban en situación de riesgo de quiebre dentro de España.
La configuración de la entidad se dio a través de un 55% de capital privado y el otro 45%, pasó a manos del Estado con el fin de que la deuda se registrara en las cuentas públicas.
El activo total de esta cartera de dudosa calidad fue de 100.000 millones de euros, mientras que en el pasivo el capital fue muy poco: 4.800 millones y 50.000 millones de euros en bonos con garantías del Estado para el resto del pasivo. El balance con el que fue creada la institución se registró sin duda alguna muy endeudado.
Se calculó que esta entidad podría arrojar una rentabilidad del 15%. Pero estos pronósticos hechos por el Banco de España y el Gobierno de Mariano Rajoy no se cumplieron, ya que patrimonio neto negativo ascendía a más de los 7.000 millones de euros para el cierre de 2019. Se registra que cada año el banco malo arrojaba pérdidas de 1000 millones de euros.
Factores de peso en la evolución
En la evolución de esta medida y los resultados que se han conocido, algunas fuentes cercanas a la negociación, aseguran que existen otros factores relacionados con los resultados del banco malo.
Uno de estos factores se dio cuando inicialmente fueron subestimadas las diversas dificultades que podían empañar la entidad. Otro de los factores fue el incremento de los precios de transferencias durante estos años, así como algunas otras decisiones que no resultaron objetivamente acertadas como el papel de los servicers y la contratación de un seguro derivado.
Las depreciaciones originadas por el ajuste a las valoraciones de los precios de la cartera de Sareb se han contabilizado en numerosas pérdidas, que debido a un cambio legislativo ad hoc hecho en 2016 para que el banco malo pudiera seguir operando, no pasaban por la cuenta de los resultados.
Altos costes operativos
Los gatos operativos son bastante altos. Los costes de mantenimiento y los intereses son realmente elevados. La Sareb contrató una especie de seguro que cubriría en caso de haber un riesgo de una subida de tipos, lo que se traducía en que si los intereses subían la entidad recibiría entonces una compensación. Aunque si sucedía al contrario y los intereses bajaban, entonces el banco malo sería quien debería pagar, lo que afectó cuando los tipos se hundieron en 2015 y causaron grandes pérdidas para Sareb.
Esta reclasificación no impactará de ninguna otra forma en la Sareb ni tampoco influirá en su organización. De igual manera tampoco impactará en su gestión inmobiliaria. El único objetivo sigue siendo la obtención de recursos para saldar la deuda. A medida de que se vayan vendiendo las carteras de los activos tóxicos de Sareb, irán reduciéndose en consecuencia esa parte de la deuda del Estado.
Sobre la mesa se encuentra en debate el periodo de vida de la Sareb. En principio, se planteó que la fecha de expiración para la entidad fuera el año 2027. Aunque ahora se considera que la opción más lógica es plantearse la posibilidad de que esta fecha de caducidad se extienda un poco más allá.
Alargar el plazo de vida podría ofrecer la posibilidad de que pueda rentabilizarse mucho mejor. De los 50.000 millones de euros iniciales aún queda una deuda de 35.000 millones. La pérdida que se apunta hasta el momento está cerca de los 10.000 millones de euros, que de acuerdo a fuentes gubernamentales engrosarán el déficit público de 2020.
Fuentes: https://www.elmundo.es/economia/macroeconomia/2021/03/23/605a181121efa09f1a8b45fc.html