La llegada de la pandemia cambió sin duda alguna el rumbo económico mundial, para convertirse en un factor decisivo en el rumbo de la economía actual.
El impacto que tuvo la llegada de la pandemia afectó a todo el mundo de maneras realmente inesperadas. Sin embargo, en uno de los campos donde el impacto se sintió con mayor fuerza fue en el de la economía.
Para los economistas, la crisis de salud mundial del coronavirus les generó una fuerte desorientación. Después de todo, los pronósticos económicos ante diversos tipos de problemas que podían surgir ya existían como medida de previsión desde hace mucho. Aunque el factor para el los economistas no estuvieron reparados fue la pandemia.
Con la situación de un nuevo virus afectando al mundo algunas de las previsiones en economía comenzaron a sentirse un tanto perdidas.
Los pronósticos eran lanzados casi de golpe. Y muchas de ellas a pesar de que todos los factores que las comprendían eran analizados a fondo, en más de una ocasión terminaban fallando.
Ante todo este panorama, la contabilidad nacional decidía intervenir y contrastar el panorama con los más nefastos que alguna vez se hubieran vivido. Y mientras tanto la deuda pública se elevaba cada vez más y más.
Las consecuencias tenían factores de base que parecían ir con la crisis económica clásica, pero que en realidad se trataba de las consecuencias de una crisis sanitaria mundial. Una crisis sanitaria que ha arrinconado a todos los gobiernos del mundo sin excepción alguna.
Una crisis sanitaria
Esta crisis sanitaria golpeó no solamente al sector salud, ya que en lo económico los golpes fueron dignos de un combate, en el que pareciera que vencer al enemigo era la cruzada más difícil de todas.
Mientras que aquellos poderes públicos que supuestamente deberían trabajar para poner freno o minimizar el golpe económico, pusieron en marcha acciones en realidad solo terminaron empeorando o frenando los motores de una economía que intentaba volver a despegar. Porque la única manera en que la economía comience a alzar vuelo de nuevo, es que las restricciones comience a ser eliminadas poco a poco a medida que la situación sanitaria va mejorando.
Las estadísticas económicas del 2020, reflejaron que toda la proyección de la crisis económica no es más que una proyección invertida del COVID-19 y todas las secuelas que ha dejado. Es una correlación con una curva a la inversa. Mientras que la curva de pandemia sigue creciendo, la economía decae y sufre numerosas fluctuaciones que la llenan de inestabilidad.
Hibernación económica contra COVID-19
Para detener la primera ola de COVID-19 se decretó en la economía española un coma inducido que golpeó a casi la cuarta parte de la economía: el primer trimestre reportó una caída de 5,2% en relación al PBI, mientras que para el segundo trimestre fue de 17,8%.
En verano llegó finalmente una de las primeras treguas concedidas por el virus, lo que significó que el confinamiento llegaba a su fin y surgían proyecciones ante el rebote del verano, que reportó un crecimiento de 16,7% en el tercer trimestre.
Este último crecimiento coincidió con la llegada del fin de un año en el que la segunda ola de pandemia que atacaba aún no lograba ser superada. Un panorama que causó que los gobernantes tomaran un curso de acción con el objetivo de “salvar la temporada decembrina”.
Crecimiento en el cuarto trimestre
Durante el cuarto trimestre de 2020 el PBI subió cuatro décimas contra todo pronóstico. Pero mientras el PBI crecía, un gran número de vidas humanas se perdieron, por lo que este incremento solo sirvió para un pago de factura hasta el inicio del 2021.
La caída de la economía española durante el año pasado se triplicó en comparación con la de 2009 que descendió a un 3,8%. Esto significó que la contracción económica del año pasado fue de 11%.
En empleos las cifras tienen marcadas diferencias. En 2009 la destrucción de empleos fue de 1,16 millones, pero el año pasado la destrucción solo alcanzó a 360.000 empleos. Ni la suma de los trabajadores del ERTE que son 755.000 hacen que se alcance esa cantidad de empleos destruidos de hace más de una década.
Todo esto genera un contraste que parece desafiar la lógica económica, ya que se sigue la afirmación de que a medida que la caída sea mayor, la caída del sector empleo será igual de grande. El hecho de que a pesar de que la caída económica como consecuencia de la pandemia haya sido tan marcado, pero numerosos empleos se mantuvieran habla de la singularidad de esta situación.
Factores determinantes del mercado
Otro aspecto muy singular de todo este panorama económico es que en la historia del capitalismo es el mercado el factor que siempre ha determinado qué tan profunda es la crisis por la que se atraviesa. Pero en esta ocasión no ha sido el mercado el factor determinante, sino la pandemia.
La pandemia y su impacto en los gobiernos, se convirtió en lo que definía la profundidad de la crisis. Los gobiernos son quienes toman la decisión de abrir o cerrar sus fronteras de acuerdo a las medidas que consideraran como la mejor opción para frenar la pandemia, aun cuando el impacto económico fuera claro. También son los que deciden abrirse o no a sistema del ahorro embalsado o si es momento de comenzar a impulsar su economía, mantenerse funcionando a media máquina o tomar las medidas de confinarla.
Virólogos y sus proyecciones económicas
Hasta ahora han sido los economistas quienes vienen compartiendo sus proyecciones económicas. Pero ante la llegada de esta crisis de salud, incluso los economistas coinciden que los virólogos tienen un peso muy importante en las previsiones económicas.
Los virólogos son quienes conocen más del COVID-19 y cómo el virus podría extenderse y afectar a la población, lo que significa sus previsiones son fundamentales para las proyecciones sobre el futuro económico de las naciones en un tiempo donde la pandemia va ligada a la caída o crecimiento de la economía.