Las nuevas mutaciones del coronavirus han causado un estado de alerta alrededor del mundo, ¿pero por qué muta?
La llegada del COVID-19 ha provocado preocupación en todo el mundo debido a la gran escala de la expansión del contagio de este virus. Pero además de esto, diversos expertos han mostrado su inquietud acerca de la mutación del coronavirus.
Hasta ahora el SARS-CoV-2 era desconocido. Los padecimientos que causa este virus pueden variar según el paciente, ya que se han reportado de pacientes asintomáticos que sin embargo, son portadores y lo transmiten a las demás personas. Mientras que por otro lado, un grupo diferente de pacientes presenta síntomas graves de esta enfermedad respiratoria; que en un 20% de los casos necesita hospitalización inmediata.
Los especialistas comentan que los virus tienden a mutar hacia formas más agresivas. Y esto incrementa el número de contagios y agrava los síntomas.
En el caso del COVID-19, recientemente se ha visto cómo han surgido nuevas cepas en el Reino Unido y Sudamérica.
El surgimiento de estas nuevas cepas ha estado en punto de mira debido a las vacunas contra el virus. La razón de esto es que los especialistas temen que con este tipo de mutaciones las dosis de inmunización que han sido desarrolladas puedan ser menos efectivas contra las nuevas variantes.
La razón de la mutación de los virus
Que un virus mute no es algo nuevo. En realidad, la mutación de los virus siempre se ha dado, ya que dentro de ellos existe un genoma que contiene las claves de las instrucciones que les indican que deben multiplicarse. Y a través de este proceso dan nacimiento a nuevos virus.
Pero esto no es lo único que contiene este genoma viral. En su estructura también se encuentran las claves sobre cada uno de los virus existentes. Y esta información incluye claves para la supervivencia y reproducción de los virus como las especies que deben infectar, cómo se trasmiten e inclusive cómo reaccionar ante las defensas de los organismos que ataquen.
Cuando estos genomas virales crean copias con su información. En algunas ocasiones ocurren ciertas alteraciones que se convierten en mutaciones.
En las células este tipo de información genética se encuentra en el ADN. Mientras que en los virus esta clave informativa está codificada en la molécula llamada ARN.
Este es un punto bastante llamativo porque en la mayoría de los virus que son más resistentes a los tratamientos, contienen de hecho genomas de ARN. Tal y como es el caso del ébola y el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH). Aunque en este grupo también se incluyen las distintas cepas de coronavirus que afectan de gravedad al sistema respiratorio como el SARS o el COVID-19.
Una diferencia importante entre el genoma de ARN y de ADN es que en el primero de ellos existe una especie de mecanismo que corrige posibles errores. En el ARN esta clase de mecanismos no existe, por lo que el porcentaje de mutación se incrementa muchísimo más.
Los virus mutantes pueden afectar de manera más maliciosa que el original, logrando con ello una “ventaja” para el virus que desfavorece el organismo afectado. Este tipo de aspectos son reflejados claramente en los coronavirus que causan el MERS, SARS y el actual causante de la pandemia mundial: el COVID-19.
La mutación que dio origen al nuevo coronavirus
Hay diversas investigaciones acerca de cuál fue la mutación que dio origen a este nuevo tipo de coronavirus. Según algunos estudios este nuevo tipo de virus cuenta con una especie de “actividad correctora de errores” que le ayuda a reducir su índice de mutaciones entre un 15 y 20 por ciento en comparación con aquellos virus que no poseen esta cualidad.
Sin embargo, se estudia como este tipo de mutaciones puede proporcionarle ventajas a los virus como que resistan los antivirales, la capacidad de infectar nuevas especies y lograr que los organismos de estos nuevos infectados no puedan reconocerlos o sean incapaces de lidiar con ellos.
Hasta el momento la teoría que se maneja es que el COVID-19 se originó con la mutación de un virus que afectaba específicamente a los murciélagos, y que mediante alguna especie animal que sirvió de “intermediario”, se inició la reproducción de las mutaciones que son capaces de atacar a las células humanas.
Según los especialistas, cuando un humano tuvo contacto con esa especia animal intermediaria el virus afectó a la especie humana e inició la pandemia del coronavirus actual.
Se tiene bajo seguimiento cuál será la evolución del virus que ya ha mostrado cambios en las nuevas cepas como la del Reino Unido. Pero lo que quizá podría considerarse mantener bajo la lupa es que la selección natural también se aplica a los virus. Y por esta razón podrían seguir mutando para encontrar nuevas formas de trasmitirse a la especie humana.
Pero al mismo tiempo se tiene en consideración la posibilidad de que en medio de estas mutaciones surjan virus menos agresivos que sean menos letales, y que se multiplican por más tiempo en nuestro organismo; aunque sin necesidad de infectar a nuevos individuos.
¿Podría mutar a un virus más “débil”?
Este panorama anterior hace que muchos se pregunten si el coronavirus quizá no podría mutar a una variante más débil. Algo que hoy más que nunca se tiene en consideración cuando tantas personas alrededor del mundo se preocupan por los nuevos tipos de coronavirus de los que se han tenido noticias.
Sobre este tema los expertos mencionan que en el caso el virus de la gripe ha ocurrido un proceso similar. A pesar de que cada cierto tiempo surgen nuevos tipos de gripe, después de cierto período de tiempo su nivel dañino disminuye, y aunque sigue siendo algo de cuidado si no se toman las medidas adecuadas; con tratamiento puede sobrellevarse.
Muchos esperan que suceda algo similar con el COVID-19, pero aún es muy pronto para dar un pronóstico tan optimista. Lo único que nos queda es seguir la evolución de este virus y desear encontrar una opción para erradicarlo por completo de la humanidad.